La flor de Jericó, también conocida como la rosa de Jericó es un helecho. Se lo suele encontrar con dos apariencias distintas y bien contrastantes: como una bolita o matojo mustio (cuando le falta agua y las circunstancias ambientales son adversas) o de color verde esperanza con sus esporangios extendidos (cuando cuenta con suficiente humedad a su alrededor). Para los ocultistas, se trata de una planta sagrada extraordinaria que, por siglos, ha sido empleada por chamanes y brujos en sus rituales, y por los alquimistas en sus «laboratorios» (justamente por sus propiedades mágicas).
La flor de Jericó o doradilla posee múltiples propiedades mágicas
Se cree que llegó a la ciudad palestina de Jericó en la Edad Media, ya que se sabe que es propia de América y de las culturas precolombinas. Se supone que en la Edad Media se habría comercializado como hierba medicinal y aromática y, desde ese momento, se habría asociado a Jericó, sitio del que habría tomado uno de sus nombres más conocidos.
La rosa de Jericó es muy interesante y curiosa. Los griegos la llamaban la planta de la resurrección y los árabes la flor de ariha. Absorbe malas energías o vibraciones negativas del entorno y, por su poder sorprendente, las transforma en ondas eficaces o iones positivos. No por casualidad, por sus propiedades terapéuticas, desde tiempos inmemoriales, se le ha dado usos medicinales para curar los males físicos y emocionales de las tribus que poblaban antiguamente la tierra que pisamos.
Además, es una planta que se ha utilizado, desde la antigüedad, para proteger la casa de malos espíritus o presencias. Su presencia es, justamente, una bendición que, al mismo tiempo, aporta buenas nuevas y renovada energía a los habitantes de la vivienda. Es un helecho sin mucha belleza que, sin embargo, atrae suerte, abundancia, la buena energía del dinero y las bondades del éxito.
La rosa de Jericó es considerada un talismán viviente; una flor divina. Quienes comparten espacios (ambientes, oficina, jardín) con esta planta mejoran su salud, su pareja, su trabajo y la relación con los seres de su entorno.
¿Cómo mantener la rosa de Jericó y qué oración brindarle a modo de ofrenda?
Si por primera vez tienes una rosa de Jericó en casa, destínale un bonito cuenco o un plato hondo de barro o de cristal. Evita usar recipientes de plástico, ya que impiden el buen paso y la renovación de la energía circundante. Cámbiale el agua cada 48 ó 72 horas. Pasada una semana, hazlo mejor cada 15 días.
Cuando precises pedirle algo, recita esta oración u otra que para ti resulte especial por algún motivo.
Divina Rosa de Jericó, por la bendición que de nuestro Señor Jesucristo recibiste, por la virtud que tú encierras y por el poder que se te concedió, ayúdame a vencer las dificultades de la vida, da paz, prosperidad, alegría, salud y felicidad a este hogar en donde tú estás, al igual que a sus moradores. A ellos, protégelos de cualquier enfermedad y mal. Divina Rosa, todo esto te lo pido en virtud de todo aquello que tú encierras, en y por amor de Cristo Jesús. Amén.
Si luego de orar de este modo, el agua de tu flor se oscurece significa que su acción purificante de las personas y del ambiente está en marcha. Si tras otros cambios de agua, esta permanece clara y transparente, implica que todo está e irá bien en tu hogar y con los tuyos.
Otro ritual en el que puedes incorporar a la flor de Jericó
Existen muchos rituales que incluyen entre sus elementos a esta rosa tan particular. Uno de los motivos principales por los que los consultantes recurren a ella es para solicitarle trabajo. Con ese propósito, puedes tú también hacer un ritual especial. La oración que debes rezar también es particular. Debes depositar tu confianza plena en esta plegaria y desear la llegada del empleo de corazón. Apúntala y memorízala.
Santa Rosa y San Pancracio,
esta ofrenda os hago yo,
con deseo limpio y puro,
y la gran ilusión,
que el trabajo serio y largo
llegue hasta mi corazón.
También para proteger el hogar de malas energías, puedes pedir rogando a Santa Rosa de Jericó.
Por la santa llama de Melquisedec,
por la flor divina que renace,
por los colores de San Alejo (verde, blanco y rojo)
que el mal que mi casa está sufriendo,
por las tres fuerzas divinas (hacer la señal de la cruz)
desaparezcan para siempre de mis aposentos. Amén.
Esta flor podrá dar vida a tu vida. De hecho, según cuenta la leyenda, tras la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, las rosas de Jericó renacieron y volvieron a irradiar su dulce aroma por el lugar cercano al sepulcro. Por ello, confía tú también en la también llamada doradilla y pídele por tus intenciones y por tus necesidades. Ella hará posible un cambio radical en tu vida y, con su perfume, mejorará tu ánimo y tu actitud.
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