Si nunca has oído hablar de él y de su oráculo tan peculiar, no te agobies, en este artículo te lo presentamos. Su nombre fue Anfiarao. Fue un héroe griego y una figura destacada de las llamadas guerras tebanas (contra la ciudad de Tebas). Pero atención: además de combatiente devenido en jefe del ejército que participó y murió durante la famosa expedición «Los siete contra Tebas», este flamante personaje tenía un don. Sí, este prodigio poseía el don de la profecía y era un afamado adivino.
En efecto, en la ciudad de Oropo, ubicada sobre la costa noroeste de Ática, el hijo de Oícles y de Hipermestra procedente de Argos era considerado un héroe sanador. Un ser superlativo. Efectivamente, era venerado por su poder de predicción y la certeza de su oráculo al que consultaban simples mortales a cambio de unas pocas monedas. A continuación, te contamos algunos detalles curiosos sobre el oráculo de Anfiarao, su técnica adivinatoria y su muerte anunciada por él mismo.
El Oráculo de Anfiarao
El mágico oráculo del que poco se sabe
A este excéntrico guerrero se le atribuían cualidades como mago. Se creía que tenía poderes extraordinarios. Por tal motivo, no eran pocos los vecinos y habitantes de pueblos cercanos que acudían a él en busca de consejo y, en su mayoría, de predicciones sobre su vida futura. Como siempre a lo largo de la historia, al hombre le interesó conocer datos sobre hechos futuros para poder actuar en consecuencia. Tu sed de datos sobre lo que va a pasar es ancestral, deberías saberlo.
Volviendo a este interesante personaje de la Antigua Grecia, debió su talento oracular a Zeus, quien advirtió en él un don especial y le concedió el privilegio y la capacidad de poder ayudar a otros a develar enigmas de su propia vida. Ciertamente, por aquellos años remotos, como vidente su fama era descomunal.
En el llamado Anfiareion se realizaban oráculos de incubación (incubatio). ¿Qué significa esto concretamente? Pues bien: el consultante acudía a este templo o sitio donde se llevaban a cabo rituales y allí pernoctaba. Se suponía que, durante la noche, soñaba.
Hete aquí que el sueño le daba a la persona necesitada las respuestas que había venido a solicitar al adivino. En este tipo de ceremonias, el consultante participaba activamente de la técnica de adivinación. Era un método muy utilizado en aquella época y, al parecer, a los contemporáneos del mago o vidente resultaba verisímil y confiable.
La expedición en la que perdió la vida y por la que ganó la inmortalidad
«Los siete contra Tebas». Ese es el nombre de la famosa guerra de la que fue obligado a participar. Él se negaba a hacerlo. ¿Por qué razón? Sabía (justamente porque era adivino) que en ella perdería la vida. Y como no quería morir y sabía de sobra que aquella expedición era de mal agüero, se ocultó por un tiempo de los militares que estaban entonces organizando aquella lucha. Por desgracia, su esposa Erifile fue quien lo delató. Ella fue tentada por Polinice quien le ofreció un collar de oro y diamantes a cambio del sitio donde permanecía escondido su esposo. Fue así como lo hallaron y no tuvo más remedio que sumarse a la lucha que, sabía de antemano, lo conduciría a la muerte. Pero antes de partir encomendó a uno de sus hijos que, tras su caída, matara a su madre por haberlo traicionado.
En medio de la lucha, Anfiarao quedó a merced de Periclímeno, el hijo de Poseidón, quien lo mataría sin piedad. Cuando el fin era inminente Zeus, compadeciéndose del mago, bajó un rayo que abrió un surco en la tierra y por allí pasó el guerrero griego con su carro y sus corceles, hasta desaparecer. En adelante, de él nada se supo. ¿Había muerto o había sido salvado por Zeus? Nadie tuvo la respuesta. No obstante, se considera que el adivino, tras su muerte, se convirtió en un ser espiritual; un habitante más del denominado inframundo.
Por otra parte, su hijo Alcmeón cumplió con la promesa a su padre, cometió matricidio (mató a su madre) y tras ello emprendió una exitosa expedición contra Tebas. Fue así como honró la memoria de Anfiarao. A él fue destinado un templo con un Oráculo en Ática tan importante como el de Delfos. Y en toda Grecia fue adorado como un dios por quienes consideraron que el guerrero no había muerto, sino que había sido ascendido e inmortalizado por Zeus.
El oráculo de Anfiarao no hace más que poner en evidencia que los dones existen, como así también existen personas especiales en este mundo que pueden predecir hechos y practicar la adivinación. Estos seres especiales, por encima de todo, están dispuestos a ayudar a otros a desvelar los misterios de su propia vida, conocer algo de su futuro y actuar de acuerdo con ese saber surgido de una predicción.
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