Los druidas eran filósofos y teólogos con mucho prestigio en la antigua Galia porque eran capaces de visionar lo que todavía no había ocurrido. El tarot y los druidas, llamados actualmente magos o chamanes, se conectarán contigo a través de conjuros y magia para brindarte los mejores consejos sobre tu futuro.
En tiempos remotos, estos hechiceros de alto valor vivían esforzándose en que el poder espiritual llegara a toda la población para que se conviviera en armonía. Sus templos más sagrados eran los bosques, cuevas, enclaves de saltos de agua y todo tipo de rincones especiales que escondía la naturaleza. Lo más importante era difundir el respeto hacia la Madre Naturaleza, a través de la búsqueda interior en uno mismo.
Su principal misión era realizar estudios sobre la fisiología, englobando a las ciencias naturales, la química, la física, la botánica, la zoología y hasta la geología. Lo que tenían claro es que la vida material no podía separarse de la espiritual y, por ello, se especializaban en los poderes de los cuatro elementos: aire, agua, tierra y fuego.
Los druidas y su legado
La cultura druídica
Estos druidas se caracterizaban por ser pacíficos y estaban convencidos de que la verdad estaba repartida entre todas las personas que formaban la sociedad, respetando que cada pueblo tuviera su propia cultura.
Eran amantes de la naturaleza, pero también de los niños, los ancianos, los artistas y todo tipo de personas creativas. Sabían escuchar a los demás y celebraban la vida cada día aportando su buena voluntad.
En la actualidad, la Iglesia imita algunos rituales que ya celebraban estos grandes filósofos mágicos, como, por ejemplo, el ritual de celebrar la misa los domingos sobre un altar en el que se bendice el pan y el vino y se da la comunión. Ellos daban al pueblo panes redondos haciendo un guiño al sol o la tierra o los circulares ciclos de la vida.
Creían en la existencia del alma inmortal y en la llamada reencarnación. Les interesaba mucho el mundo del universo y los números, pero también se involucraron en temas políticos, lo que les trajo muchos problemas.
Aunque existe la creencia de que eran alumnos de Pitágoras, otros creen que fue, precisamente, al revés. Casi con toda seguridad puede que ni druidas ni Pitágoras tuvieran nunca contacto, aunque ambas escuelas hubieran entrelazado información relevante para sus determinaciones y profecías.
Su origen
En el mundo arcaico de los galos, estos prestigiosos teólogos destacaron por su dedicación al mundo astronómico y relacionarlo con la adivinación. De esta forma, y tras mucho tiempo observando los análisis de los astros, crearon su propio calendario, basándose en el recorrido de la luna y el sol. Así fue como se hicieron grandes expertos en el cálculo, luego con la geometría y, finalmente, con las ciencias en general.
Llegaron a tener tal poder en el arte adivinatorio y las ciencias, que los reyes no podían tomar decisiones si su consentimiento. Eran sabios y la élite aristocrática lo sabía, así que escuchaban y respetaban todas sus opiniones y consejos. En el siglo V a. C., alcanzaron una prestigiosa situación en los asentamientos galos y su voz era escuchada con mucho respeto por todos los que allí vivían.
Según fue pasando el tiempo, la Galia modificó su forma de vida e infraestructuras. Se crearon carreteras y vías fluviales que atravesaban todos los pueblos, y la agricultura y ganadería se posicionaron como pilares fundamentales de la comunidad. De la misma forma, la metalurgia y la madera fueron sectores muy importantes y reconocidos, gracias, en parte, a la influencia de la cultura griega que iba llegando a las costas de la Galia a través de comerciantes y colonos.
En esa época, nuestros protagonistas gobernaban la comunidad espiritual de la Galia y siempre estaban pendientes de que la sociedad cumpliera con su deber del respeto a la Madre Naturaleza. Su influencia fue determinante para crear las fiestas religiosas y enseñar a los demás la historia de la naturaleza de los dioses, sus deseos y la manera de honrarlos.
En resumen, se convirtieron en los únicos intermediarios entre los hombres y los dioses. Esta forma personalizada de la práctica del culto les permitió fomentar una reforma en la vida religiosa de la Galia antes de que diera lugar la conquista romana y acabara con su cultura y tradiciones. Desaparecieron, pero su historia seguirá siempre entre nosotros. En la actualidad, existen hechiceros que conservan sus raíces.
Aunque actualmente no existen los druidas como tal, los chamanes del siglo XXI conocen la historia de sus líderes mágicos y siguen sus indicaciones para ayudar a las personas en forma de tarot. Ya no son llamados druidas; eso sí, siguen teniendo la misma esencia y los mismos poderes que los que existían por aquellos años remotos.
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